sábado, 2 de febrero de 2013

La Vida: ese laberinto.

Si la vida y la realidad dejaran de proponer misterios no habría futuro alguno para la existencia. Vivimos en función de lo oculto. El conocimiento se nutre de ausencias. La ciencia responde a muchas interrogantes. Pero el hombre quiere saber más: quiere saber por qué y para qué existe. La filosofía procura establecerse en este campo. Pero la sed queda. La religión postula una fe, un círculo de creencias. Aquí surge el cuarto escalón: Se trata de saber el misterio. Y el misterio tiene un nombre: Dios

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