Apoyado contra la pared, junto a un tacho de basura, el músico, que más parecía un muchacho de barrio, tocó obras de Schubert y otros clásicos, durante tres cuartos de hora.
Mil cien personas pasaron sin detener su apurado camino. Siet
e
se detuvieron durante más de un instante. Nadie aplaudió. Hubo niños
que quisieron quedarse, pero fueron arrastrados por sus madres.
Nadie sabía que era Joshua Bell, uno de los virtuosos más cotizados y admirados del mundo.
El diario The Washington Post había organizado este concierto. Fue su forma de preguntar:
- ¿Tiene usted tiempo para la belleza?" (Eduardo Galeano - Los hijos de los días)
Nadie sabía que era Joshua Bell, uno de los virtuosos más cotizados y admirados del mundo.
El diario The Washington Post había organizado este concierto. Fue su forma de preguntar:
- ¿Tiene usted tiempo para la belleza?" (Eduardo Galeano - Los hijos de los días)
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